ROZA
CORAZÓN
Roza corazón es abogada matrimonialista y
para la defensa de nulidades matrimoniales ante los tribunales eclesiásticos y
ante el tribunal de la rota de España y en derecho civil. Gran conocedora del
matrimonio, ha escrito más de un centenar de artículos en periódicos, revistas
e internet. Su anterior libro, nulidades matrimoniales, lleva ya tres ediciones
en menos de 18 mese. Es miembro de la asociación española de Canonistas y de la
Consociatio Internationalis Studio luris Canonici Promovendo.
Ideas
puntuales
El corazón del ser humano, hombre y mujer,
está hecho para el amor. El hombre no puede vivir sin amor, pues de otro modo
su vida carece de sentido. El hombre necesita encontrarse con el amor, conocer
el amor, experimentarlo y hacerlo propio. Pero también llamamos amores a cosa
que no son amor.
El amor conyugal es de un hombre con una
mujer. La relación homosexual no puede estar abierta, como relación
heterosexual, al bien de la vida. Los actos homosexuales no proceden de una
verdadera complementariedad afectiva y sexual. Son contrarios a la ley natural.
(p.101).
Somos complementarios
La condición sexuada: hombre y mujer no es
sólo una cuestión biológica, afecta a toda la vida y a todas sus dimensiones, y
se presenta en la mujer y en el hombre bajo diferencias no sólo biológicas sino
también, y sobre todo, psíquicas y espirituales la mujer presenta unos
determinados valores: es más rápida en reflejos y de compresión, más
sentimental, más intuitiva y más sensible.
Se reconoce como virtud propia de la mujer:
la delicadeza, la generosidad, el amor por lo concreto y la fortaleza. Suele
dar más importancia a los detalles, y su psicología es más complicada y con más
variaciones de carácter que la masculina.
El hombre tiene otros valores: reflexivo y
racional, posee mayor fuerza física y es más autoritario, por lo general. Se
suele decir que el hombre es más cerebral y que sus raciocinios son más lógicos
(pp. 106-107).
La sexualidad en el hombre es más física que
afectiva comparada con la mujer. Aunque tanto en él como en ella afecta el
núcleo intimo de toda su persona.
En el matrimonio y en la familia el papel de
los dos, hombre y mujer, es importante y necesario. Las diferencias entre
hombre y mujer pueden generar conflictos pero precisamente por ellas es por lo
que somos un complemento perfecto. (pp.107-108).
El amor conyugal es lo que lleva a él y a
ella a una donación libre y mutua de sí mismo.
Puede enturbiar el verdadero amor en el
hombre su deseo sexual y su fría razón, y en la mujer la complejidad del mundo
de sus sentimientos que puede resultar intrincado, enmarañado y confuso, y
hasta incluso inexpugnable, cuando no se puede vencer ni persuadir de aquí
puede nacer un sentimiento de víctima que en ocasiones puede no corresponderse
con la realidad.
Aunque parezca mentira, la fría razón en él y
en ella su complicado mundo sentimental pueden jugarnos malas pasadas, llegando
a oscurecer el amor y hasta hacernos perder el sentido común y la racionalidad.
El respeto muto en la relación hombre-mujer
es fundamental. Hay una barrera que nunca se puede traspasar porque,
prácticamente, es irreparable. (108-109)
¿Es
posible que la admiración permanezca?
En la buena relación hombre-mujer es
necesario que se dé algo de admiración hacia el otro. Cuando nos enamoramos
admiramos al otro, tanto que el peligro está en que lo que nos lleva a
admirarle nos impida ver defectos u obstáculos importantes; y de ahí el famoso
dicho “el amor es ciego”
Nadie es perfecto y todos tenemos cosas
buenas y malas unas dignas de admirar y otras que sería mejor no tenerlas. (p.
112).
Referencia
bibliográfica
Corazón, R. (2003). Cásate y verás. Prologo de Fernando Vizcaíno Casas. Marova. Madrid.
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